
Imaginemos un camino de montaña. Si vas caminando y tu objetivo es coger moras, te encontrarás con zarzales que tienen todo tipo de moras. Unas serán más sabrosas que otras. Así, encuentres lo que encuentres, vas cogiendo moras. Unas son buenas y otras no, pero a pesar de todo tú sigues caminando en busca de nuevos zarzales. Unos serán fáciles de alcanzar, otros requerirán un poco más de esfuerzo.
Ahora imaginemos que te encuentras un zarzal precioso, con unas moras espectaculares, pero no alcanzas a cogerlas. Pruebas diferentes estrategias pero ninguna resulta. Están muy bien los intentos, las nuevas formas de acceder, pero cuando ves que no es posible, renunciar es lo mejor que puedes hacer.

Si insistes más de lo adecuado, ya no sigues el camino hacia adelante, te estancas y te quedas allí, sin poder acceder a esas moras, pero observándolas desde la lejanía.
Te aferras a ese zarzal inalcanzable y ya piensas que ninguno será igual. Por ello, no sigues hacia adelante. El ejemplo del zarzal se puede aplicar a muchos ámbitos de la vida.
Puede que alguna vez hayas deseado algo y no haya podido ser, pero si supiste renunciar y seguir hacia adelante, seguramente encontraste nuevas oportunidades. En cambio, si te aferraste sin renunciar, las perdiste.
Renunciar a tiempo
Cuando algo no es para ti, no importa el motivo, simplemente déjalo ir y fija tu objetivo en otras metas y en otros nuevos caminos. He visto infinidad de casos en los que alguien va cerrando todas las puertas que encuentra en su camino y ya no encuentra nuevas oportunidades.
Como por ejemplo, el caso extremo de una chica enamorada de un chico con el cual no podía tener una relación. Ella sabía que no podía ser, pero aún así, en vez de cortar el contacto y conocer a gente nueva, se cerró en banda y se encerró en una vida monótona, de casa al trabajo y del trabajo a casa…

Ella decía que nunca se volvería a enamorar de otro. El problema es que no se daba cuenta de que las cosas no vienen solas, hay que salir a buscarlas. Efectivamente, 10 años después seguía sin enamorarse de nadie y seguía enamorada de ese mismo chico con el que no podría tener nada.
Se cumplió su predicción: nunca le podría gustar otro chico; pero se cumplió porque ella misma no hizo nada para abrir nuevas oportunidades. Si no se hace nada para conocer personas nuevas, no entrará nadie nuevo en nuestra vida. Así, desde la inactividad, se crea el estancamiento.
Rendirse para continuar
El mayor problema de las personas son los pensamientos que incitan a la inactividad, como “nunca conoceré a alguien igual”, “no encontraré pareja”, “no encontraré buenas amistades”, “nadie me quiere”, etc.
Este tipo de pensamientos estancan a la persona que los tiene. Las oportunidades no suelen venir solas, hay que salir a buscarlas y si se cierra una puerta, hay muchas más por abrir. No dejes nunca que los pensamientos negativos te cierren a abrir nuevos horizontes.
Sal a buscar lo que deseas, persigue tus sueños y suelta lo que no funcione o no pueda ser, para tener la opción de encontrar lo que sí puedas alcanzar.
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