Por qué los humanos estamos tan obsesionados con el fin del mundo








Muchas felicidades. Si estás leyendo esto, sobreviviste a la Tercera Guerra Mundial (2017), al terremoto de California (abril de 2017) y a la muerte del Papa (agosto de 2017 ); todo lo anterior según predicho por el astrólogo francés Michel de Nostradamus. ¿La realidad? Nada de esto sucedió en verdad. 

Y es que la humanidad está fascinada por las predicciones del fin del mundo, la idea de que nuestro planeta termine en un evento único y catastrófico no es nada nueva, pues ha jugado un papel central en religiones como el cristianismo, el islam y el judaísmo.

La mejor prueba de lo antes dicho está en que los escenarios del día del juicio final incluso preceden a la religión organizada, la historia escrita más antigua sobre esto es el texto sumerio de cinco mil años de antigüedad "La epopeya de Gilgamesh", que transmite una secuencia horrorosa en la que una diosa amenaza con resucitar a los muertos del Inframundo para perseguir a los vivos; qué originales, The Walking Dead.


Aunque nuestro mundo sea un lugar caótico y la gente tenga problemas para predecir lo que les sucederá, a veces los seres humanos preferimos ver el peligro como proveniente de una fuente identificable a sólo imaginar que el peligro es infinitamente complejo y simple. Pero entonces, ¿por qué nos encanta acabar con el mundo a través de predicciones catastróficas cada año y de manera ininterrumpida casi desde la existencia humana? 

La ciencia tiene la respuesta

El Dr. Jeff Greenberg, psicólogo social de la Universidad de Arizona, ha expresado que los humanos nos centramos en lidiar con nuestra mortalidad y ha sugerido que la fascinación con el fin de los días también puede deberse a nuestro amor innato por las cosas que nos asustan. "Hay un interés natural en las cosas de las que nos preocupamos y que nos asustan. Hay una fascinación con nosotros", cita el Dr. Greenberg.


Un ejemplo de esto es que se ha demostrado un creciente interés en los libros distópicos en los últimos 90 años —entre 1920 y 2013—. ¿La razón? El alto riesgo que los protagonistas deben atravesar para salvarse, así como al resto de la humanidad en un escenario de futuro indeseable y apocalíptico, resulta algo delicioso para los lectores de este género. En cuanto a predecir el día y la hora exactos del irremediable final, existe la hipótesis de que tal vez esta afición se deriva de otro instinto humano más básico: el rechazo a la incertidumbre.

Las predicciones del día del juicio final recuerdan a un estudio clásico en el que a distintos participantes se les notificaba que iban a recibir una descarga eléctrica. ¿El resultado?: la mayoría de ellos optaron por recibir el shock de inmediato en vez de esperar a que ocurriera al azar. A pesar de que las todas las predicciones del día del juicio han estado claramente equivocadas, esto no ha reprimido las creencias de las personas; para el Dr. Lorenzo Di Tommaso, profesor de Teología de la Universidad de Concordia, quien escribió un libro sobre la historia de las teorías del Apocalipsis, esto se debe a que los creyentes culpan a las falsas predicciones de la incapacidad para traducir correctamente las claves celestiales o antiguos textos, por lo que se mantienen fieles a la causa sin importar cuántos "días catastróficos" hayan pasado ya.

El sentimiento de que el fin de los tiempos nos da la oportunidad de un borrón y cuenta nueva para trabajar en nosotros y ser mejores que ayer, esconde uno de los más grandes alicientes del porqué nos fascina el Apocalipsis. 


En un mundo en el que la catástrofe puede golpearnos en cualquier momento, las predicciones del fin del mundo nos seguirán acompañando mientras los seres humanos existamos, por lo que tal vez obsesionarse con el más grande fin de todos sea de alguna manera reconfortante.

Ah, por cierto, Nostradamus no pudo predecir ni la fecha exacta de su muerte, qué triste.





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