
El
agotamiento emocional es un estado al que se llega por sobrecarga de esfuerzo.
En este caso no hablamos solo de excesos laborales, sino de cargar con la
responsabilidad de asumir conflictos, responsabilidades o estímulos de tipo
emocional o cognitivo.
Al
agotamiento emocional no se llega de un momento a otro. Se trata de un proceso
que se incuba lentamente, hasta que hay un punto en que la persona se desploma.
Ese quiebre lo sumerge en la parálisis, la depresión profunda o la enfermedad
crónica. Se produce un colapso en la vida de la persona, porque literalmente ya
no aguanta más.
Aunque el
agotamiento emocional se experimenta como cansancio mental, suele estar
acompañado de una gran fatiga física. Cuando sobreviene hay una sensación de
pesadez, de imposibilidad de seguir adelante. Se cae entonces en una inercia de
la que es difícil salir.
Las causas
del agotamiento emocional
El
agotamiento emocional se origina porque hay un desbalance entre lo que damos y
lo que recibimos. Quienes son víctimas de este se caracterizan porque entregan
todo lo que pueden de sí mismos, bien sea en el trabajo, en el hogar, en la
pareja o en cualquier terreno.
Por lo
general, esto ocurre en ámbitos en donde hay una gran exigencia, que a su vez,
aparentemente, demanda grandes sacrificios. Por ejemplo en un trabajo en el que
hay alto riesgo de despido. O en un hogar cuyos miembros están llenos de
problemas y demandan atención. También cuando tenemos una pareja conflictiva o
con graves dificultades.
Lo usual es
que la persona agotada carezca de tiempo para sí misma. Tampoco recibe el
reconocimiento, el afecto o la consideración suficientes. Se espera de ella que
“rinda” todo el tiempo. Como si no tuviera necesidades, o como si fuera más
fuerte que el resto y pudiera aguantarlo todo.
Los primeros
síntomas del agotamiento
Antes de que
aparezca el agotamiento emocional propiamente dicho, se presentan algunos
indicios que lo anuncian. Se trata de señales a las que, por lo general, no se
les da mucha importancia. Si se le otorgara, podrían tomarse medidas a tiempo.

Los síntomas
iniciales del agotamiento emocional son:
Cansancio
físico. La persona se siente fatigada con frecuencia. Desde que abre los ojos
experimenta como si fuera excesivamente arduo lo que le espera en el día.
Insomnio.
Por contradictorio que parezca, una persona con agotamiento emocional tiene
dificultades para dormir. Siempre tiene problemas que le dan vueltas en la
cabeza y hace que sea difícil conciliar el sueño.
Irritabilidad.
Hay molestia y pérdida del autocontrol, con cierta frecuencia. La persona
agotada se ve de mal humor y es demasiado sensible a cualquier crítica o gesto
de desaprobación.
Falta de
motivación. Quien sufre de agotamiento emocional comienza a actuar
mecánicamente. Como si estuviera obligado a hacer lo que hace todo el tiempo.
No siente entusiasmo, ni interés por sus actividades.
Distanciamiento
afectivo. Las emociones comienzan a ser cada vez más planas. Como si en
realidad no sintiera prácticamente nada.
Olvidos
frecuentes. La saturación de información y/o de estímulos da lugar a fallas en
la memoria. Se olvidan con facilidad las pequeñas cosas.
Dificultades
para pensar. La persona siente que se confunde con facilidad. Cada actividad le
implica un mayor gasto de tiempo que antes. Se razona lentamente.
Las salidas
para el agotamiento emocional
La mejor
manera de superar el agotamiento emocional es, por supuesto, descansando. Hay
que encontrar tiempo libre para relajarse y estar tranquilos. Las personas que
se exigen demasiado pasan años sin, por ejemplo, tomar vacaciones. Esto no se
debe hacer. Tarde o temprano solo conduce a la fatiga. Así que una buena idea
es tomarse unos cuantos días para dedicarlos al descanso.
Otra
solución es la de trabajar por construir una actitud diferente frente a las
obligaciones diarias. Cada jornada debe incluir tiempos para dedicarlos a los
compromisos y también tiempos para descansar y realizar actividades que
resulten gratificantes. Hay que dejar de lado las obsesiones de perfección o de
cumplimiento.
Finalmente, es muy importante sensibilizarnos frente a
nosotros mismos. Para esto, nada mejor que dedicar un rato al día para estar a
solas. Respirar, reconectarnos con lo que somos y lo que deseamos. Es
fundamental desarrollar una actitud de comprensión y bondad con nosotros
mismos. De lo contrario, más tarde o más temprano, nos será imposible seguir
adelante.
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