
El estilo de crianza que escogemos para nuestros hijos tiene
que ver con nuestra propia crianza, la que recibimos de niños y nuestras
experiencias familiares en la infancia.
Sin embargo, en un ejercicio responsable de la maternidad, también deben
pesar, y mucho, nuestras expectativas, nuestras reflexiones acerca de cómo
vamos a ser partícipes del desarrollo de ese nuevo ser.
Son estas expectativas las que nos hacen planear cómo vamos
a llegar a la meta de ver a nuestros chiquitos siendo adultos autónomos,
responsables, exitosos, honestos y sobre todo felices. Seguramente, ese plan
incluirá para muchos de nosotros hacer de nuestros hijos seguros de sí mismos.
Los hijos seguros de sí mismos son más propensos a disfrutar
la vida, permitirse nuevas experiencias y lograr nuevos aprendizajes.

Los hijos seguros de sí mismos son bondadosos y gentiles con
quienes necesitan de ellos. También son
más autónomos y capaces de expresar sus sentimientos y opiniones.
Los hijos seguros de sí mismos son menos influenciables,
resulta más difícil hacerlos ir en
contra de los valores y principios del hogar.
Asume el reto
Así pues, seguramente en tus planes de crianza estará formar
hijos seguros de sí mismos. Acá te damos algunas de ideas de cómo lograrlo:
Desde bebés, permítele hacer cosas solo, fomenta su
autonomía y su independencia. Relájate un poco, no hay nada que no se pueda
lavar o volver a ordenar. Déjalo gatear a sus anchas, déjalo caminar y caerse,
no acudas a él como si estuviera al borde de la muerte, solo anímalo a
levantarse e intentarlo de nuevo. Hazle sentir capaz.
Enséñale a ser perseverante, a que los errores son una
fuente de aprendizaje, si algo no sale, pues ¡hay que intentarlo de nuevo!
Acompáñalo en el proceso de descubrir qué es lo que está haciendo mal para
poder corregirlo y probar nuevas maneras. Perseverancia y reflexión son siempre
una buena fórmula. Hazle sentir que puede.
Déjalo “ser grande” permítele comer solo aunque al final
haya más comida en el suelo y untada en su cara que dentro de su barriguita;
déjalo bañarse solo, no pasa nada si el champú llega solo a la mitad de la
cabeza, ten calma mientras lucha con los zapatos que no entran en los pies.
Celebra su determinación por lograrlo.
Hazle sentir que estás orgullosa de él y discretamene, dale una manita.
Encárgale responsabilidades, no insultes su inteligencia
poniéndolo a cargo de cosas tontas, ellos lo saben. Un niño de 4 años puede
poner la mesa para la cena, uno de 6 puede hacer limonada y uno de 8 puede hacer
llamadas para invitar a la familia a una comida de fin de semana. Además los
niños se sienten felices e importantes cuando saben que lo que hacen es de
valor. Hazle sentir que confías en él.
Espera que cumpla sus responsabilidades con calidad porque
es una persona capaz. Conformarte con que haga las cosas de cualquier modo por
salir del paso tiene consigo un terrible mensaje de incapacidad, “no eres capaz
de hacerlo bien”. Hazle sentir poderoso.
Asegúrate que tenga oportunidades de éxito, esto es asignarle
responsabilidades que realmente esté en sus posibilidades realizar. Debes
lograr un balance entre reto y logro. De lo contrario, si las asignaciones
sobrepasan sus capacidades acabarás frustrándolo. Hazle sentir exitoso.
Enséñale qué hacer en las situaciones difíciles, anticípale
cuando sabes que algo le costará, explícale qué es lo que esperas de él y lo
que debe hacer. Enfrentar situaciones difíciles sabiendo qué terreno se pisa es
mucho mas fácil a que estas te tomen por sorpresa. Ayúdalo con esto. Hazlo
sentir protegido.

El optimismo es la clave
Asumir retos y responsabilidades no debe ser para tus hijos
un castigo, esta es una manera de “formar el carácter” que cada vez está más en
desuso por los daños emocionales que implica.
Asegúrate de que tus hijos sepan que confías en ellos, que
los crees capaces y que siempre estarás allí para ellos cuando las cosas no
salgan bien, que tu amor es incondicional y que no depende jamás de sus éxitos.
Equivocarse es algo tan natural como respirar, pero también
es importante ser optimista para levantarse, aprender y volverlo a intentar con
entusiasmo.
La confianza que demuestres que tienes en tus hijos y en sus
capacidades será la misma que ellos pongan al asumir retos. ¡Dales ese hermoso
regalo!
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