
No podemos negar que sentimos una total satisfacción al
ayudar a las demás personas. Nos sentimos en paz con nosotros mismos y la
sonrisa de las personas a nuestro alrededor crea una nube de positividad de la
que no queremos alejarnos.
Pero no siempre es bueno ayudar a resolver los problemas de
los demás y aquí te damos a conocer las razones.
Razones por las que no debes ayudar a resolver todos los
problemas de los demás
Razones por las que no debes ayudar a resolver los problemas
de los demás
1. Las personas son diferentes.
Por eso, cada vez que te descubras pensando “la vida de esta
persona sería mucho mejor si…”, recuerda que esa es la vida de ella y no la
tuya. Por más que quieras ayudar, la perspectiva de ella sobre el mundo es
diferente de la tuya, y proyectar expectativas sobre el otro no le ayudará en
absoluto.
2. No puedes resolver los problemas de personas que no
quieren resolver sus problemas.
¿Por qué? Sencillo: hay personas que, literalmente, cultivan
sus problemas y se apegan a ellos de tal forma que ya no consiguen verse sin
ese algo por lo que lamentarse. En cuanto a ti… bien, tu no puedes cambiar a
nadie. Lo único que puedes hacer es aceptar (que duele menos, como ya dice la
sabiduría popular) y amar a esa persona así como es.

3. Intentar “rescatar” a alguien puede ahogarte a ti.
A partir del momento en que te hundes en problemas que no
son tuyos, los transforma en tuyos también. Te implicas con tanta profundidad
que pasas a vivir en función de la vida del otro, olvidándote de ti mismo.
¿Resultado? ¡Nadie ayuda a nadie!
4. Potencial significa “poder”, no “querer”.
El hecho de que te parezca increíble como una persona se
expresa, no significa que tengas que convencerla de que se ha equivocado de
profesión . O que debería hacer un intercambio. O que podría hacer un nuevo
negocio.
El hecho de que esa persona sea muy inteligente no significa
que tu tengas la “obligación de amigo” de informarle de que los estudios que ha
elegido son demasiado simples o que tiene que dejar de ser maestro para
presidir una gran empresa. Una vez más, no es tu vida. ¡Así que no cuides de
ella!
5. Ayudar no significa resolver.
Puedes, por supuesto, ayudar a un amigo(a), compañero(a) o
familiar con una buena conversación, demostrándole que estás agradecido por su
compañía, invitándole a comer y diciéndole lo especial que él(ella) es en tu
vida. Lo que no puedes hacer es sentirte en la obligación de tomar las riendas
de la vida de esa persona y organizarla tú; aunque ella quiera, aunque lo pida,
aunque lo implore.
Con esa actitud sólo le quitarás el estímulo para creer en
su propio potencial, y la convertirás en dependiente de ti para siempre. Si es
lo que deseas, busca un psicólogo – ¡te pasa algo!
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