Hábitos de las personas resilientes que me ayudaron a ser mejor persona y que también deberías practicar

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos
psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades.
De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a
las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y
utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Las personas que practican la resiliencia:
1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones.
El autoconocimiento
es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las
personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son
sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos.
De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta
sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para
conseguirlas.
2. Son creativas.
La persona con una
alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es
consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un
mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo
bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.

3. Confían en sus capacidades.
Al ser conscientes
de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo
que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista
sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante,
también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí
mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
4. Asumen las dificultades como una oportunidad para
aprender.
A lo largo de la
vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las
personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no
desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar
un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y
que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a
una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
5. Practican el mindfulness o conciencia plena.
Aún sin ser
conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el
hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen
una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del
ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les
aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar
las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho.
Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para
asombrarse ante la vida.
6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un
prisma optimista.
Las personas
resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los
recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean
optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni
negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de
los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado
optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su
jornada, el día siguiente puede ser mejor.
7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva.
Las personas que
practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente
se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan
a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran
crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más
difíciles.
8. No intentan controlar las situaciones.
Una de las
principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos
los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las
manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes
saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar
con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
9. Son flexibles ante los cambios.
A pesar de que las
personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué
quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus
planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al
cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin
aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
10. Son tenaces en sus propósitos.
El hecho de que las
personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al
contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha.
La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que
aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen
una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que
se proponen.
11. Afrontan la adversidad con humor.
Una de las
características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor,
son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La
risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo,
les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
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