
Cuando tenemos un familiar diagnosticado con la enfermedad
de Alzheimer sufrimos todas las consecuencias, por un lado, los familiares al
saber que la persona querida dejará de recordarnos sintiéndose un extraño, al
mismo tiempo que tenemos que darle el mayor cuidado posible.
Y por el otro lado, sufre mucho el paciente que se verá
confundido, angustiado y temeroso. La enfermedad de Alzheimer y la demencia en
general afectan no solo la vida del paciente, sino también la de su entorno.
Es por eso, que aquí queremos darles algunas
recomendaciones.
Busca un mayor conocimiento sobre esta enfermedad.
La evolución de la enfermedad afecta progresivamente la
memoria, el lenguaje, el reconocimiento, los gestos o las capacidades de toma
de decisiones. Una mejor comprensión y conocimiento de la enfermedad al
aprender del médico, el neurólogo o las asociaciones de pacientes, permite que
los cuidadores y quienes lo rodean se adapten al estado físico y psicológico
del paciente.
Este apoyo hace posible expresar sus miedos, sus
dificultades y beneficiarse de una ayuda psicológica o material si es
necesario.
Mantener siempre una actitud positiva.
Debemos estar de buen humor todo el tiempo: si somos amables
con él, el paciente es amable contigo, la amabilidad devuelve la amabilidad.

Lo que te da energía es hacer algo, así que debes cuidar al
paciente con cosas que él puede hacer bien y preguntarle amablemente: “Sería
bueno para mí hacerte un favor”.
Lo primero que un enfermo pierde es la autoestima, por lo
que los cumplidos regulares tendrán su efecto completo. Debe ser tranquilizador
y positivo: “Todo está bien, no se preocupe”.
No le haga preguntas sobre recuerdos.
Cuando habla con un paciente de Alzheimer, es tentador
preguntarle si recuerda a una persona o un evento. “¿Qué comiste al mediodía?”,
“¿Qué hiciste esta mañana?”, “¿Recuerdas que comimos dulces cuando te visité la
semana pasada?”, “Mira, aquí esta Gustavo, ¿te acuerdas de él?” Obviamente, él
no recuerda. De lo contrario, no le habrían diagnosticado demencia. Haber
olvidado algo podría avergonzarlo o frustrarlo. Es mejor decir: “Recuerdo que
comimos chocolates la última vez, estaba delicioso”.
Tampoco lo contradigas.
Contradecir a una persona con demencia nunca es la
respuesta. Primero, porque no podemos obtener la ventaja. Y, en segundo lugar,
porque le puede molestar o enojar. Lo mejor que se puede hacer es simplemente
cambiar de tema, preferiblemente por algo agradable que mantendrá su atención.
De esta manera, es una apuesta segura que olvidará el desacuerdo.
3Muy acertadas y útiles recomendaciones. Muchas gracias
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