
Un hombre carga con basura
en la playa del Ámbar (Gran Canaria). PACO PUENTES
Europa da el mayor paso
adelante de su historia en la lucha por impedir la llegada a los océanos de
millones de toneladas de plástico. La Eurocámara aprobó este miércoles la
directiva que prohíbe a partir de 2021 la venta de varios productos de usar y
tirar. Eso implica que desaparecerán de las estanterías del supermercado
cubiertos, vasos, platos y bastoncillos de algodón. Tampoco se comercializarán
envases de poliestireno expandido como los utilizados en las cajas de comida
rápida, recipientes para bebidas, palitos de globos y los empleados para
remover bebidas calientes.
Europa veta la venta de
pajitas, bastoncillos y cubiertos de plástico
La decisión era esperada.
Los eurodiputados dieron su beneplácito a la norma por una abrumadora mayoría
de 560 votos a favor, 35 en contra y 28 abstenciones. Sus críticos,
minoritarios, advirtieron durante el debate previo a la votación del golpe que
la prohibición supone para las empresas del sector. Y recordaron que la medida
comunitaria no cambiará gran cosa a escala planetaria, dado que la mayoría de
vertidos se da en Asia, con la pujante economía china a la cabeza.
El vicepresidente de la
Comisión Europea, el socialista Frans Timmermans, cree en cambio que la
restricción animará la innovación y creará empleo. Cuenta con que nacerán
nuevas empresas que comercializarán las alternativas a los productos
prohibidos, fabricadas ahora de otros materiales, como ya sucede con las
pajitas hechas de metal. Y rebatió a los más reticentes recordando que el
tamaño del mercado comunitario, de más de 500 millones de consumidores,
influirá en los fabricantes de fuera del continente, forzados a cumplir la
normativa si quieren acceder a ese jugoso pastel.

La directiva impone, además,
nuevos deberes a los socios europeos: los Estados deberán garantizar antes de
2029 que al menos el 25% del plástico de las botellas proviene de material
reciclado, el 30% en 2030, y tendrán que encargarse de recoger el 90% de todas
las usadas.
La ley obligará a las
compañías de tabaco a asumir el coste de la limpieza de las colillas, el segundo
artículo de plástico de un solo uso más presente en las playas de la UE. Lo
mismo sucederá con los fabricantes de aparejos de pesca. El objetivo es hacer
pagar a aquellos que contaminan. Además, en un momento en que el consumidor
muestra cada vez más preocupación por saber el contenido de lo que compra, los
fabricantes de toallitas húmedas, compresas o cigarrillos con filtro de
plástico tendrán que incluir en su etiqueta advertencias sobre su impacto
ambiental. “Una colilla lanzada al mar contamina entre 500 y 1.000 litros de
agua”, subrayó la eurodiputada Fréderique Ries, ponente del documento.

La europarlamentaria liberal
cifra en 22.000 millones de euros el dinero que se ahorrarán los países de la
UE por eliminar toda esa contaminación. Las entidades ecologistas celebraron el
camino emprendido por la UE. Según la Comisión Europea, más del 80% de la
basura hallada en el mar es plástico. Y los productos prohibidos desde 2021
conforman el 70% de todos esos desechos que se acumulan por su lento proceso de
descomposición. Los riesgos sobre la salud humana son una de las grandes
inquietudes; tortugas, focas, ballenas, aves, peces y mariscos ingieren parte
de esa enorme cantidad de plásticos, con lo que acaban entrando en el cuerpo
humano a través de la cadena alimentaria.

Los eurodiputados recordaron
durante el debate el clamor de los jóvenes que han salido a las calles para
exigir acciones que frenen el deterioro del planeta. Los síntomas de que está
en marcha un cambio de hábitos saltan a la vista. Hace una semana, el Gobierno
gibraltareño anunciaba la prohibición de soltar globos de helio al aire, un
gesto muy habitual años atrás en la fiesta nacional, cuando 30.000 de ellos,
con los colores blanco y rojo de la bandera, se perdían en el cielo del Peñón. Tras
flotar durante horas, su destino final son los suelos, océanos, lagos y ríos.
Lo mismo sucede cada vez más en numerosos municipios holandeses. Según un
estudio de la fundación Nordzee, en solo un año se ha triplicado la cifra de
localidades que impiden las sueltas de globos en celebraciones. La razón se
llama plástico, un material que en los últimos tiempos ha adquirido rango de
maldito por su capacidad para envenenar los mares y contra el que Europa se ha
conjurado.
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