Estas niñas han tenido que
soportar el horror de ver cómo sus propias familias las entregan a hombres
mucho mayores que ellas, todo para obtener algún bien a cambio de su unión.
Con toda la fuerza que
ostenta en un puño al aire, África debería luchar y rugir fuerte para proteger
a sus niñas. Es necesario que cada rincón del mundo comprenda que, antes que
cualquier religión, la vida de sus practicantes debe ser respetada y preservada.
Al final, de no ser así, ¿cuántas religiones no desaparecerían a falta de
seguidores? Los dioses morirían desnutridos y los cientos de paraísos quedarían
reducidos a deprimentes desiertos sin esperanza, justo como esos en los que
muchas chicas africanas esperan a que el destino dictado por sus padres y
abuelos las alcance para presentarlas frente al hombre con el que han de pasar
el resto de sus días.
Así como Elina, miles de
niñas en la región de Bor, Sudán, esperan en medio de manadas de ganado a su
futuro marido; cual si fueran parte de esa manada, las chicas son cambiadas por
una dote que puede ir desde más ganado, dinero o cualquier otro bien que pueda
beneficiar a sus padres en un futuro cercano. Es un hecho que los matrimonios
arreglados siguen siendo un hecho en todas partes del mundo; incluso en México
hay familias que aún prefieren un par de vacas antes que ver unida a su
familia. Sin embargo, al ser menores de edad de quienes estamos hablando, la
ONU ha visto la intervención como un asunto de alta urgencia.
Comprometiendo a sus hijas a
una edad tan temprana, los padres mismos les están negando un buen número de
sus derechos humanos fundamentales. En primer lugar, la educación que tendrán
que abandonar para cuidar a sus familias, los riesgos a su salud por embarazos
prematuros, sumando a problemas de violencia sexual y doméstica de los cuales
los maridos son los únicos responsables.
«Mi padre no quería pagar
mis aranceles escolares. A veces no teníamos comida en casa. Este hombre fue
con mis tíos y pagó una dote de 80 vacas. Resistí el matrimonio. Me amenazaron
y dijeron: "Si quieres que tus hermanos sean atendidos, te casarás con este
hombre'. Dije que es demasiado viejo para mí. Respondieron: 'Te casarás con
este viejo, te guste o no, porque nos ha dado algo de comer"».
—Aguet, que se casó los 15
años con un hombre de 75 años
La pobreza es uno de los
factores determinantes en esta situación. Al igual que muchas instituciones no
gubernamentales, la ONU muestra una verdadera preocupación ante el crecimiento
de estas prácticas. Sin embargo, incluso ellos saben que terminar de tajo con
estas prácticas en un asunto prácticamente imposible, ya que antes de poder
realizar siquiera el primer movimiento, antes tendrían que terminar con las
olas de pobreza en todo el continente. De no ser así, nos enfrentaríamos con
una situación similar a la caza de niños albinos en Togo, donde son perseguidos
para ser despojados de sus extremidades que serán vendidas en el mercado negro
por grandes sumas de dinero.
Gracias a la apertura de
pensamiento de la que podemos presumir, podemos decir casi con certeza que
hacerle frente a estas prácticas será demasiado sencillo, no obstante, cuando
algo tan fuerte como la economía está detrás de un problema tan grave, es imposible
no sentir que tenemos las manos atadas ante una injusticia como esta. Una de
—lamentablemente— la que sólo la África misma podrá salvarse por sí misma.
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