
Un hombre del pueblo de
Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que
había contemplado desde arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de
fueguitos.
- El mundo es eso - reveló -
un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz
propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y
fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni
se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida
con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se
enciende".
Este precioso relato del
escritor Eduardo Galeano que aparece en su obra "El libro de los
abrazos" muestra las diferencias que existen entre las personas. Hay
personas seguras de sí, que han construido una buena autoestima y que rebosan
energía, a cuyo lado es un placer estar.
Hay otras personas que nunca
se han preocupado por crecer y que terminan consumiéndose en el rencor, la
envidia, el odio y los resentimientos. A esas personas les suele molestar mucho
quienes brillan con luz propia e incluso pueden hacer todo lo posible por
apagar esa luz.
¿Qué significa tener luz
propia?
Durante algunos periodos de
la vida, dejamos que otras personas nos alumbren con su luz. Esas personas nos
dan una mano cuando más lo necesitamos, nos brindan herramientas para enfrentar
las dificultades y nos ayudan a solucionar los problemas. A su lado aprendemos
y nos recomponemos.
Sin embargo, es un error
vivir continuamente bajo la luz de los demás. Cada quien debe aprender a
cultivar sus luces, que significa alimentar sus sueños e ilusiones, potenciar
sus capacidades y cultivar su verdadero “yo”. Si no alimentas tu propia luz
terminarás desilusionado de la vida, acumulando desencantos e insatisfacciones
que te convertirán en una persona amargada.
Para brillar con luz propia
es fundamental que:
- Seas una persona auténtica
y congruente. Todos tenemos una luz diferente que nos hace únicos y especiales,
pero si no nos aseguramos de alimentarla terminará apagándose. La mejor manera
para brillar con luz propia consiste en ser tú mismo, esforzándote cada día por
ser la mejor versión de ti.
- No escondas tus
oscuridades. Las oscuridades, entiéndase los “defectos”, errores o fracasos, no
son motivo para avergonzarse y no hay necesidad de esconderlos. Las oscuridades
que se sacan a la luz terminan convirtiéndose en luces, las que escondes pueden
terminar apagando tu luz. No tiene mérito enorgullecerse de los logros, en vez
de eso, siéntete orgulloso de cómo has superado los obstáculos y has logrado
levantarte después de una caída.
¿Cómo protegerte de las
personas que apagan las luces?
Hay personas que no soportan
que los demás brillen, es como si esa luz les encandilara. Por eso pueden
intentar hacerte creer que no eres merecedor de ciertas cosas, que tu esfuerzo
no ha sido para tanto o que podías haberlo hecho mucho mejor.
También pueden lanzarte
críticas muy dolorosas o incluso atacarte donde más te duele recurriendo a la
manipulación emocional. El problema es que estas personas arrastran una gran
frustración, lo cual hace que proyecten sobre los demás sus propias oscuridades
y responsabilicen a los otros por lo que ellos mismos no han sido capaces de
lograr.

Si no construyes un escudo
que te proteja de sus palabras y actitudes, es probable que esos ataques
terminen apagando tu luz, lo cual significa que adoptarás su manera negativa y
derrotista de ver la vida y que también querrás apagar la luz de quienes te
rodean.
Los tres pilares de ese
escudo son:
1. Aprende a ignorar. Quizá
algunas de las personas a quienes les molesta tu luz son amigos cercanos o
compañeros de trabajo. En vez de enfadarte con ellos, asume que son personas
diferentes a ti, con distintas experiencias de vida, que quizá ni siquiera son
plenamente conscientes del daño que pueden hacer sus comentarios y actitudes.
Por tanto, aprende a ignorar todo aquello que no te permita crecer. Recuerda
que solo te puede hacer daño aquello a lo que le has conferido valor.
2. Cultiva el sentido del
humor. No hay arma más poderosa contra los problemas, las críticas malsanas y
los intentos de desvalorización que el sentido del humor. No te tomes las cosas
como algo personal, aprende a reírte de lo que supuestamente debería
incomodarte, enfadarte o denigrarte. El sentido del humor es la herramienta de
las personas inteligentes para protegerse y no permitir que los demás dañen su
autoestima.
3. Sigue siendo tú. No
cambies tu manera de ser para satisfacer a los demás porque ese es el camino
más directo hacia la insatisfacción y la infelicidad. Puedes modular tus
comportamientos pero sin renunciar a tu esencia. Considera que las herramientas
más eficaces para contrarrestar la negatividad son la felicidad y el hecho de
sentirte bien contigo mismo.
Y siempre que puedas,
proyecta un poco de tu luz sobre los demás. No serás más pobre sino mucho más
rico porque la luz interior, mientras más se reparte, más crece. Y recuerda
siempre que quien brilla con luz propia no necesita apagar la luz de los demás.
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