
Si has engañado una vez a tu
pareja las posibilidades de repetirlo aumentan considerablemente. Esta es una
creencia popular que habrás comentado alguna vez en tu grupo de amigos, pero un
estudio de la UCL ha sacado unas conclusiones similares. En esta investigación,
además de mostrar la capacidad de una persona para ser infiel repetidamente, lo
que también se buscaba era comprobar la tendencia que tenían estos sujetos a
mentir cuando podían conseguir un beneficio personal.
En este sentido, la
explicación de estas repeticiones se encontró en una región del cerebro llamada
amígdala,que proporciona una respuesta negativa cuando mentimos y se va
debilitando conforme vamos reiterando nuestros engaños, haciendo que nos
sintamos menos culpables con estas nuevas mentiras.
Los investigadores
realizaron un paralelismo con las infidelidades y, según explican, lo que nos
frena al inicio, es una reacción emocional al engaño, porque la primera vez que
cometemos adulterio nos sentimos mal por ello. Sin embargo, la próxima ya nos
sentimos menos mal y así sucesivamente, aumentando las probabilidades de ser
infieles con asiduidad, y sin remordimientos.
Lo que sugiere este análisis
es que, una vez abierta la veda, el mentiroso compulsivo se habrá acabado adaptando
a sus falacias y esta costumbre no le terminará pareciendo mal.
Para contrastar este estudio
preguntamos a la psicóloga Lidia García,
la siguiente pregunta: ¿cuál es la función de la mentira? Según esta
especialista, para comprender ese comportamiento humano primero debemos saber
que “la mentira es un patrón de afrontamiento evitativo”.
En opinión de esta
psicóloga, “en vez de encararse activamente a la situación y solucionar el
problema, el individuo aplaza la oposición del mismo. El miedo a las
consecuencias que podemos encontrarnos nos lleva a mentir, ya sea un temor a
ser descubierto por nuestra pareja y perderla, por romper la estabilidad que
proporciona una relación o por pánico a la soledad”.
¿Pero cuáles son los
motivos? Pues hay varios y, aunque el estudio trata la tendencia a repetir este
hábito de infidelidades con impunidad, también es interesante identificar bien
el modelo de temperamento que tiene cada sujeto. Según apunta García, en su
experiencia profesional ha encontrado que “normalmente las personas infieles
presentan un apego ansioso-evitativo. Estas tienen un menor control de sus
impulsos y una insatisfacción constante, es decir, siempre quieren más de la
otra persona y todo les parece poco”.

De hecho, se podría decir
que son personas que no saben regular sus emociones por sí mismas y no son
capaces de enfrentarse a la soledad. Tal y como apunta esta psicóloga, el
comportamiento tipo suele ser el siguiente, repitiéndolo con facilidad tras la
primera vez: “Cuando ve que la relación corre peligro se apresura a buscar un
sustituto. Es decir, tapa ese vacío emocional con el que no es capaz de
conectar”.
También hay ocasiones donde
el individuo se encuentra a gusto con la relación, pero igual no le satisface
lo suficiente y puede sentirse solo o vacío. En esta coyuntura, según Lidia
García “la persona puede caer en la infidelidad buscando en alguien externo lo
que le falta en su actual relación, pero sin ser capaz de desvincularse de su
pareja, porque esta le sirve de base segura y es fuente indispensable de
estabilidad”.
Como vemos, hay diferentes
motivaciones y patrones de personalidad para los individuos que cometen una
infidelidad, puntos clave para entender esas repeticiones en la mentira. No
obstante, habiendo corroborado que si has sido infiel una vez es más probable
que vuelvas a ser serlo, le pedimos a García algunos consejos para afrontar un
engaño, antes y después de realizarlo.
Según esta especialista, “en
primer lugar es importante que la persona mire en su interior y sea sincera
consigo misma, que afronte la realidad y analice por qué quiere tener nuevas
experiencias, rompiendo esa barrera que tanto miedo puede produce antes de
conectar con lo más profundo de nosotros.”
“Los temores hacen que
continuemos con nuestra pareja a pesar de que la relación esté muerta, pero si
evitamos pasar por este duelo, entonces es cuando cometeremos la infidelidad”,
apunta esta psicóloga. Si hay dudas en la persona es una señal de alarma, algo
no va bien y es importante atender a estas señales.
Por otra parte, si ya se ha
cometido el engaño y nos encontramos totalmente perdidos, Lidia García
recomienda “hacer ese mismo trabajo reflexivo, encontrar los motivos a esta
conducta mediante un trabajo terapéutico personal y descubrir por qué he
aprendido a relacionarme de esta manera.” Hay muchas razones, causas, formas,
posibilidades y patrones, pero ya lo sabemos: si nuestra idea es mantener una
relación estable, mejor no abrir la puerta de la infidelidad porque cerrarla
será muy complicado.”
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